Nos duele. Ecuador nos duele hasta la médula. Son ya siete años de gobiernos de derecha que atentan contra la vida. Lenín Moreno, Guillermo Lasso y las élites más reaccionarias dentro y fuera del país nos han sumido en una situación desoladora. Mientras los gobiernos neoliberales pagan puntual y sumisamente la deuda externa al FMI, el pueblo no tiene pan, techo, salud, educación ni trabajo. Tampoco tiene paz. Ecuador pasó de ser el segundo país más seguro de la región a hundirse vertiginosamente en una espiral de violencia y terror nunca antes vista. La derecha en el gobierno ha desmantelado la institucionalidad en todos los ámbitos, dando paso a la cooptación de la policía y el Estado por actores narcopolíticos. Hemos perdido la cuenta y las lágrimas con tantas masacres carcelarias y muertes violentas perpetradas por el narco-sicariato. Mientras Ecuador se cae a pedazos, nuestrxs compatriotas se ven obligadxs a salir del país masivamente. Este episodio recuerda a la trágica ola migratoria de fines de los 1990, también causada por el neoliberalismo voraz.
Miedo y rabia ante las derechas narcopolíticas
A pocos días de las elecciones presidenciales anticipadas, el asesinato del candidato Fernando Villavicencio el 9 de agosto conmocionó al país y al mundo. Si matan brutalmente al candidato con mayor resguardo y presupuesto de campaña, ¿qué nos queda a lxs ciudadanxs de a pie? Miedo y rabia. Miedo, porque el estado no está garantizando ni siquiera las mínimas condiciones democráticas para elegir y ser elegidxs en paz. Rabia, porque este hecho inédito marca un parteaguas en la historia democrática del país. Es importante precisar que Villavicencio representaba a la derecha de la persecución judicial y la mano dura securitista. Su anticorreísmo lo llevó a ganarse el apoyo de las clases dominantes a nivel nacional y transnacional. Entre otros, fue acólito de Guillermo Lasso y la exministra María Paula Romo, responsables de la represión a las movilizaciones indígenas y populares desde Octubre de 2019. Sin embargo, los representantes del neoliberalismo autoritario se caracterizan por hacer y deshacer alianzas a conveniencia. En medio del proceso electoral en curso, ¿quién y con qué objetivo mandó a matar a Fernando Villavicencio? Esta interrogante nos acompañará mientras desentrañemos cómo se mueven las fichas del contubernio macabro entre las derechas y la narcopolítica.
En medio de la coyuntura crítica, una cosa está clara: La pugna de poder entre los de arriba le está pasando factura al pueblo. En la papeleta del 20 de agosto con ocho binomios presidenciales, priman los candidatos del capital financiero neoliberal y la mano dura militarista. A pesar de la fuerza y diversidad en la calle de los Paros de 2019 y 2022, el campo plurinacional-popular no está suficientemente representado en la disputa electoral. Luisa González, la candidata del movimiento Revolución Ciudadana, es la única que representa un proyecto antineoliberal que busca reconstruir las capacidades del Estado y reducir desigualdades. Sin embargo, su conservadurismo en temas de género es un llamado de alerta que nos obliga a seguir luchando para transversalizar el feminismo en los movimientos políticos y en la sociedad. Más allá de las elecciones presidenciales y legislativas, es esperanzador que el domingo también se lleven a cabo dos consultas populares sobre la extracción petrolera en el Yasuní y la explotación minera en el Chocó Andino, las cuales han venido acompañadas de mucha movilización juvenil.
El 9 de agosto, día del asesinato de Fernando Villavicencio, también fue el último día permitido por ley para difundir encuestas antes de las elecciones. Todos los sondeos coincidían en que Luisa González encabezaba la intención de voto con cifras rondando el 30 % o más. Tomando en cuenta la suma de todos los votos válidos, la tendencia indicaba que podría ganar en primera vuelta. Por su parte, Villavicencio iba en quinto lugar con el 8 % o menos. Después del asesinato, debido a la rivalidad pública entre Villavicencio y el expresidente Rafael Correa, no se hizo esperar en redes el infundado discurso de que “la culpa es de Correa”. En los últimos años, las derechas extremas y los medios hegemónicos aliados al capital han estigmatizado sistemáticamente a los movimientos de izquierda y progresistas como terroristas y desestabilizadores. Ante este panorama radicalizado, el asesinato de Villavicencio, sumado a la narrativa antiizquierdista y al tenebroso aumento de la violencia política, cristaliza la estrategia de las élites para seguir criminalizando y atacando al pueblo. Lastimosamente, una sociedad precarizada y con miedo por su vida es el caldo de cultivo perfecto para el fortalecimiento de derechas extremas como ha sucedido en Brasil, Chile y Argentina.
La probable victoria de la candidata del progresismo tiene en vilo a sus detractores de las clases dominantes. Es por esto que las derechas más reaccionarias están dispuestas a cualquier tipo de sacrificio para impedir que triunfe la voluntad popular en las urnas. Tras decretar el estado de excepción por 60 días, el presidente de derecha Guillermo Lasso manifestó en cadena nacional: “No entregaremos el poder y las instituciones democráticas al crimen organizado aunque esté disfrazado de organizaciones políticas”. En la sangrienta historia de nuestro continente, este tipo de amenazas belicistas y antidemocráticas contra un supuesto enemigo interno han servido para acallar, reprimir o aniquilar a los movimientos y militantes de izquierda. A la par de estas alarmantes declaraciones, Lasso invitó a la Agencia Federal de Investigación e Inteligencia de Estados Unidos para apoyar en la indagación del caso de Villavicencio. Sabemos bien que el guión imperialista de la “lucha contra el crimen organizado” es una cortina de humo para salvaguardar los intereses económicos y geopolíticos del gran capital transnacional. En la práctica, la injerencia estadounidense se traduce en un baño de sangre como en nuestro país vecino Colombia.
La violencia política sigue cobrando vidas a mansalva. El lunes 14 de agosto fue asesinado Pedro Briones, dirigente local del movimiento Revolución Ciudadana. El tiroteo tuvo lugar en Esmeraldas, la provincia fronteriza con Colombia que está sacudida hace tiempo por la narcopolítica racista. No podemos olvidar que estas muertes recientes se suman a una larga lista de atentados y asesinatos en zonas estratégicas y rutas de negocios ilícitos durante 2023: Eduardo Mendúa, líder cofán antiextractivista de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador; Omar Menéndez, alcalde electo de Puerto López por la Revolución Ciudadana que fue asesinado horas antes de las elecciones del 5 de febrero; Ryder Sánchez, candidato a la Asamblea Nacional por la provincia de Esmeraldas; Agustín Intriago, alcalde de Manta; Miguel Santos Burgos, director de planeamiento, ordenamiento y terrenos del municipio de Durán en Guayas.
Por el derecho a vivir y a elegir en paz
Ante la tasa de homicidio más alta de la historia ecuatoriana, nuestra rabia crece. Lxs migrantes ecuatorianxs tememos por nuestras familias y nuestra gente, mientras asistimos insólitxs a tanto desconsuelo a través de la pantalla del celular. El terror es una herramienta necropolítica de las clases dominantes para inmovilizarnos. ¿Qué nos queda? Nos queda seguir organizándonos desde todos los rincones por el derecho a vivir y a elegir en paz. Nos queda no perder la esperanza de que el sol volverá y la noche se irá. La gravedad de la situación actual demanda de todxs nosotrxs un alto grado de sensibilidad humana, análisis político y responsabilidad. Las organizaciones y colectivos de izquierda debemos saltar sobre nuestras sombras y dialogar para seguir construyendo poder popular desde nuestras diversas trincheras. Nuestra vocación colectiva por la esperanza primará si esta vez sabemos reconocer al enemigo común del pueblo. Es cierto que en las urnas no se agotan nuestros sueños de transformación. Sin embargo, las elecciones sí marcan la cancha para poder frenar la escalada de violencia y así avanzar nuestras luchas por una vida digna para todxs.
Como dicen nuestrxs hermanxs colombianxs: ¡Que la paz no nos cueste la vida!
Recomendaciones
En este podcast alemán, sitúo el asesinato de Fernando Villavicencio en el contexto de violencia generalizada: “Attentat in Ecuador – Gewalt wird zum politischen Akteur”. Disponible en:
- Zeit: https://www.zeit.de/politik/2023-08/fernando-villavicencio-ecuador-praesidentschaftskandidat-mord-nachrichtenpodcast?utm_referrer=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F
- Spotify: https://open.spotify.com/episode/3kPvooIiOo0M8ibJl4GheB
Sigan el podcast compañero Frente Radiosa para un análisis urgente de la coyuntura: “Violencia y voto: Democracia acribillada”. Disponible en:
- Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=PHKryaRaTTg&ab_channel=FrenteRadiosa
- Instagramhttps://www.instagram.com/p/Cv8HbIkP4nJ/
Escuchen al compañero Leonidas Iza, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador: “La CONAIE frente a la violencia”. Disponible en: