Aportes de la experiencia feminista argentina que en 4 años conquistó la ley de aborto legal
Introducción
Para muchas de nosotras, que rondamos los veintitantos, la crecida de la ola feminista fue nuestra primera experiencia organizativa de masas: asambleas de cientos de personas, debates sobre temas diversos, desde la falta de comida en los comedores barriales hasta las mejores estrategias para hacer la revolución socialista. Calles inundadas de millones de pañuelos verdes en todas sus tonalidades. Éramos parte de un movimiento tan decidido como amplio, tan alegre como golpeado, tan histórico como finito. Éramos felices, ¿y no lo sabíamos?
El movimiento feminista argentino fue y es mundialmente reconocido, sobretodo luego de la victoria de la legalización del aborto. Lo que no es mundialmente conocido es su historia, sus luchas transversales, sus derrotas, sus altos y bajos, sus debates, todo eso necesario para lograr la victoria del pañuelo verde en el país y la expansión de la lucha transfeminista en todo el territorio latinoamericano. Este texto busca socializar la experiencia y el balance de lo que fue la última ola feminista en Argentina, con sus pérdidas y sus victorias. El fin es aportar conclusiones que sirvan para el debate y la construcción de nuevas olas, por las que fueron, las que somos y las que serán, en Latinoamérica, en Alemania y en todo el mundo.
Lo primero que hay que decir es que en 4 años no se conquistó nada, estamos hablando de al menos 30 años de organización y más muchos que llevaron a ello. La lucha por la legalización del aborto seguro y gratuito tiene una larga data de experiencias y organizaciones. Intentaremos hacer un breve recuento de los hechos más importantes de esta lucha que, a muchas de nosotras, nos abrió la puerta a no solo pensar, sino saber que otro mundo es posible.
Historia de la lucha por el aborto legal en Argentina
En 2005 nació, en un Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), la campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
El ENM 1 era y sigue siendo un encuentro anual que reúne a mujeres de todas partes del país para formarse, discutir, hacer talleres y debatir política. Se caracteriza por ser amplio, democrático, pluralista, autogestionado, federal y horizontal. Cada año miles de feministas se encuentran en talleres asamblearios para debatir sobre cualquier tema que esté relacionado a la lucha transfeminista: desde “Mujeres y maternidad” pasando por “Mujeres y Trabajo” hasta “Mujeres y Cannabis”. El número de talleres oficiales en simultáneo ha llegado a 60, evidenciando la necesidad de un espacio que permitiera debatir y conversar sobre una pluralidad de asuntos para los cuales no ha habido espacio a lo largo de la historia.2 La Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito nació en el taller de “Mujeres y derecho al aborto”.
Repito, no fueron 4 años. Para cuando logramos la legalización del aborto habían pasado 15 años desde la creación de la campaña y 34 desde el primer ENM que la vio (y nos vio) crecer.
En 2012 se logró incorporar la figura de femicidio en nuestro Código Penal. Esta, no siendo una victoria menor, nos permitió empezar a tener estadísticas oficiales de la cantidad de mujeres que fueron y son asesinadas por el hecho de ser mujeres. Los números ayudaron a, lentamente, ir poniendo el tema en agenda. Está claro que la información es poder, por eso mismo esta demanda lograda en 2012 en Argentina es hoy una de las demandas del movimiento feminista alemán. En este territorio, la figura del femicidio es inexistente, por ende, los números no son oficiales.
El 3 de junio de 2015 se organizó, a raíz de la difusión del femicidio de Chiara Páez, el primer Ni Una Menos, la primer marcha feminista masiva en el país. Alrededor de 300.000 personas exigieron en el Congreso Nacional el fin de la violencia machista. Hacia fines de ese año asumió la presidencia Mauricio Macri (frente neoliberal, Juntos por el Cambio), que golpearía duramente el bolsillo y los derechos de la clase trabajadora.
En 2016 a raíz de las políticas neoliberales del nuevo gobierno y del femicidio de Lucia Pérez, el 19 de octubre, el movimiento feminista organizó el primer paro de mujeres en contra del gobierno. Salió a las calles a develar cómo la violencia machista está anclada a la precariedad que produce el neoliberalismo. Así, de la mano del feminismo, se consagró el principal movimiento de lucha en contra de la derecha en Argentina. Consecuentemente el ENM de 2016 contó con una participación amplísima de aproximadamente 700.000 mujeres y disidencias, que llenaron las calles, escuelas y plazas de la ciudad de Rosario, sede del ENM en aquel año.
En 2017 el gobierno de Mauricio Macri presentó una ley de reforma previsional que atacaría principalmente al sector de los jubilados y jubiladas. Frente a esa amenaza la izquierda salió a las calles a intentar impedirlo lo que llevó a un gran despliegue policial y militar que a muches les recordó los oscuros tiempos de la crisis económica del 2001. Muchas de nosotras vivimos así nuestra primera represión, mientras observábamos la aprobación de la ley en la cámara. Sí, todo era tristeza y dolor, pero esa misma noche, de manera autoconvocada, gran parte de la sociedad civil salió a marchar en contra de la represión del gobierno neoliberal sucedida ese mismo día más temprano.
Con consignas relacionadas al “Nunca Más” en alto y el recuerdo vivo de las épocas más oscuras de la historia argentina, el 18 de diciembre de 2017 Macri gana la ley, pero pierde su legitimidad política.3
El 2018 empieza con un movimiento feminista activo, y se presenta la ley IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) en el Congreso. Los pañuelos verdes recorrieron cada rincón del país. No había mesa familiar, canal de televisión, escuela, oficina ni charla casual que pudiese escapar al debate sobre la legalización del aborto. El día de la votación en el Congreso llega, y se arman vigilias por todo el país y en la Ciudad de Buenos Aires se estipuló más de millón y medio de personas en la calle. La ley se aprueba en Diputados, falta aprobarse en Senadores. Fue en una noche fría de invierno, con fogatas prendidas en frente al Congreso, sillas plegables y mantas, esperando los resultados frente a una gran pantalla, que nos enteramos que la ley no había sido aprobada. La lucha sigue.
Llega 2019 y se termina el gobierno de Mauricio Macri. Con la asunción de Alberto Fernández a la presidencia (frente peronista, Frente de Todos) se crea el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual.4
En 2020 la pandemia paralizó todo. Luego de 8 meses de cuarentena, lentamente, con nuevas reglas y condiciones, el encontrarse volvió a ser una posibilidad y la suba del ánimo por dejar de “militar por zoom” se comenzó a sentir. A fin de año se volvió a presentar la Ley IVE: vuelven las vigilias en todo el país, en CABA se duplica la cantidad de personas en la calle. Se aprueba en ambas cámaras. ES LEY. Todo es felicidad, pero… ¿Y ahora qué?
Luego del 2020 el movimiento feminista imparable que conocíamos se paró, se dividió, se rompió. Hay varias razones que nos pueden ayudar a entender cómo pasamos de una ola que arrasaba con todo lo establecido a un chorrito de agua que a duras penas puede regar las plantas.5
Hoy en día no es novedad para nadie que Argentina es tierra fértil del experimento neoliberal más rancio que jamás hayamos visto. Con la asunción de Javier Milei, sus políticas, su negacionismo, y su profunda misoginia, el movimiento feminista está encontrando su punto de contacto del principio: la lucha en contra del neoliberalismo. Se volvió a organizar conjuntamente el 8M, con la consigna “la deuda es con nosotras”, en relación a la deuda externa. La marcha volvió a ser masiva y desde acá vemos como subieron los ánimos de las compañeras que se mantuvieron organizadas todo este tiempo, haciendo sobrevivir a las organizaciones políticas durante los duros golpes que sufrieron durante el Macrismo, la pandemia y que sufren ahora con el actual gobierno.
¿Qué conclusiones políticas nos llevamos de esta experiencia que puedan servirnos para el futuro?
–El transfeminismo será transversal o no será: en los momentos de mayor auge del movimiento las discusiones en las organizaciones políticas no estaban sólo limitadas a “lo que le compete al feminismo”. Si bien el gancho y la masividad fue de la mano del aborto legal, muches subimos nuestros pisos de debate y organización, sumándonos a organización políticas, porque en las asambleas se discutía interseccional y estratégicamente la importancia del movimiento feminista. Así como les migrantes tenemos que ser capaces de conducir una campaña por la socialización de viviendas para todo Berlín, y no solo hablar de “cuestiones migrantes”, los cuerpos feminizados también tenemos que ser capaces de conducir organizaciones que tengan una gran perspectiva de transformación social y no solo de temáticas de género.
-Seamos las brujas de las próximas nietas: La organización constante es fundamental. Hay momentos de auge, pero es gracias a la organización sostenida y a una perspectiva política feminista a lo largo del tiempo en cada uno de los espacios en los que hacemos política (sindicatos, universidad, lucha contra el mercado inmobiliario, solidaridad con diferentes territorios, etc) que podemos estar a la altura cuando el auge llegue. La interseccionalidad constante de los debates es clave para ir sembrando semillas hasta que se coseche la masividad por un hecho en particular que resuene a quienes aún no están organizades. Pero quienes ya tenemos la consciencia, tenemos que estar atentes y organizades siempre. Ninguna victoria hubiera sido posible sin organizaciones políticas y populares. Hoy en Argentina el aborto no sería ley si no fuese por esas 1000 locas que organizaron el primer ENM en 1986, y eso tampoco hubiera sido posible sin la influencia del Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de 1981 realizado en Bogotá, Colombia, y así podemos seguir hasta llegar a las primeras brujas.
–Una marea no entra en una oficina: siempre hay que estar alerta al peligro de reducir al transfeminismo a una institución o a una ley. Lo lindo de la política latinoamericana es que el mismo movimiento que le exige al Estado la obtención de un derecho en concreto, al mismo tiempo piensa estrategias sobre cómo tomar el poder estatal y transformarlo. El transfeminismo no es sólo una lucha en concreto, es una forma de leer la realidad. No estoy diciendo que las leyes no son importantes. Aquí en Alemania seguimos luchando por la legalización del aborto libre y gratuito, que aunque esté despenalizado no es legal y trae muchas complicaciones a la hora de acceder a ello. También luchamos por una ley de identidad trans que sea inclusiva y no discriminatoria y por cupos laborales que permitan mejores condiciones de vida para les excluídes de la norma. Las leyes son importantes, pero no lo son todo. Son, nada más y nada menos, que la garantía de derechos dentro del marco del Estado, y hasta cierto punto, porque como dice Simone de Beauvoir: “bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados”. Además, es por el Estado que la opresión es perpetuada en nuestros cuerpos. Si la lucha termina en el marco del Estado-nación no puede ser internacionalista ni tampoco puede ser un movimiento masivo que luche contra el avance de las derechas del mundo, es decir, lo que necesitamos que sea hoy.
El transfeminismo tiene que ser transversal, constante y popular. O no será.
Algunas preguntas disparadoras que me surgieron luego de la marcha del 8M este año en Berlín.
Año a año es fácilmente visible la tradición política feminista que acarreamos como latinoamericanes. Se comprueba cada 8M al inundar Berlín de cánticos en español y portugués combinados con pañuelos verdes y whipalas. Al mismo tiempo, una pregunta que año a año me hago es ¿por qué a ésta persona (o esta organización) solo le veo una vez por año en esta marcha en particular? ¿porqué no en otras? En el intento de responder esa pregunta, me surgen muchas otras, como por ejemplo ¿cómo lograr que el 8M no sea solo una demo reivindicativa a la que vamos como parte de una (hermosa pero no superpoderosa) tradición feminista y pase a ser un espacio de lucha por políticas de género y de transformación de toda la sociedad? ¿Qué herramientas nos damos quienes estamos organizades para organizar a otras personas en la lucha? ¿Cómo pueden organizarse de manera constante, durante todo el año, aquelles que tienen una sensibilidad latente, en principio, sobre las temáticas de género pero que aún no participan en ningún espacio político? ¿Qué demandas tenemos hoy como movimiento feminista territorializado en Alemania que puedan aglutinar a los distintos tipos de feminismos en una sola lucha?
El desafío hoy, creo yo, es construir un movimiento feminista masivo que sea capaz de organizarse por mejoras concretas en la calidad de vida de las personas, al mismo tiempo que levanta banderas de luchas antineoliberales, anticoloniales y antipatriarcales. Las victorias sociales, tanto en leyes como en transformaciones del sentido común, son urgentes y necesarias. Y como la historia nos ha demostrado más de una vez, solo serán posibles a través de la organización.
“El feminismo no es solo una cuestión de género, sino una lucha contra todas las formas de opresión y explotación” – Clara Zetkin
- Desde el 2022 también existe en paralelo el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales,
Intersexuales y No Binaries. ↩︎ - De hecho siempre recuerdo que en mi primer ENM en el 2016 me reí porque había un taller asambleario que se llamaba “Mujeres y Fondo Monetario Internacional”. No entendía la relación y me parecía ridículo que quisieran forzar debates que, para mí, no se conectaban. Por supuesto, no pasó mucho tiempo hasta que agradecí fuertemente la visión de las compañeras al debatir un tema que nos estaría soplando la oreja un año después. ↩︎
- Si bien este hecho no es una situación puramente feminista, sea lo que eso signifique… Me parece importante recalcar. Al
gobierno neoliberal de Mauricio Macri lo vencimos en las calles, gracias a tener partidos políticos y movimientos populares
organizados, de la mano de un clima de movilización y debate constante y masivo gracias, también, al movimiento feminista
antineoliberal. ↩︎ - Si bien este ministerio era una demanda importante del movimiento feminista, luego de varios años, con el diario del lunes
podemos ver en retrospectiva, debatir y hacer algunos balances en relación a la “institucionalización del feminismo”. ↩︎ - Es importante mencionar lo inesperado de la pandemia para todas las organizaciones del mundo y la poca capacidad de
reacción que tuvimos. No supimos qué hacer, nos quedamos sin encuentro y nos fue muy difícil poder construir desde ahí. Por
otro lado, también me animo a, por lo menos, abrir un debate sobre la institucionalización del movimiento feminista. ¿Qué
hacemos cuando grandes referentes de un cambio social ahora firman documentos desde una oficina? ¿Cómo hacemos un
balance entre la ampliación de derechos y la incorporación de nuevas políticas al ámbito estatal sin perdernos (o que nos
hagan perder) entre la burocratización del Estado? Por último, una autocrítica que me parece quizás la más importante para
quienes formábamos parte de organizaciones políticas, es la falta de perspectiva durante todo el proceso de la ola sobre cómo
organizar a largo plazo a esas personas, que hoy se están organizando en defensa de una ley, pero que si no se suman a una
orgánica, cuando la ola baje las perderemos en el océano. ¿Cómo hacemos las organizaciones para acompañar a dar ese salto
organizativo que llega cuando une se da cuenta que sin feminismo no hay socialismo, y recalcar la parte de que sin socialismo
tampoco hay feminismo? ¿Cómo “empoderar” a les compañeres lo suficiente para que no se queden en los debates que sólo
tienen que ver con políticas de género, sino también alentarles a que debatan aquellos temas que buscan tomar el poder en
todas sus esferas? ¿Cómo hacer para que la gente siga organizada, en pos de organizar a otra gente para otras miles de
luchas que aún tenemos que dar, y no solo por una ley específica? Estas, por ejemplo, fueron algunas de las preguntas que
inundaron las columnas de organizaciones que participaron del 8M del 2023, el cual encontró al un movimiento feminista
principalmente partidario, dividido entre oficialismo e izquierda. La marcha fue pequeña y casi no hubo gente no-organizada
marchando en columnas, a comparación de los años pre-pandemia. ↩︎